Los sueños no son aquellos que ves cuando duermes, sino aquellos que no puedes dejar de mirar mientras estás despierto.
A todo sueño le llega su día si tú estás dispuesto a lograrlo con amor, con paciencia, con disciplina y con dosis masivas de fe, porque Dios no le da sueños equivocados a nadie.
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