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Foto del escritorElias Beirouti

El síndrome de la rana hervida

Hoy quiero comenzar con una historia. Y es que existe una forma muy curiosa de cocinar ranas

Si quisieras cocinar una rana, ¿cómo lo harías? Si la pusieras en una cazuela con agua caliente, saltaría fuera y desaparecería de tu vista antes de que te dieras cuenta.

Sin embargo, existe una forma mucho más retorcida. Consiste en poner una cazuela con agua tibia, un entorno cómodo para la rana, y poco a poco ir elevando la temperatura del agua (a fuego muy lento) para que la rana no se percate de la subida de temperatura… hasta que ésta acaba hervida.


No te extrañes al leerlo, pues algo muy parecido nos ocurre a nosotros los humanos. Hay determinados sucesos que si ocurrieran súbitamente, nos alertaríamos y «saltaríamos», cambiando también súbitamente nuestro comportamiento. Sin embargo, como estos sucesos ocurren de manera paulatina y van subiendo su intensidad poco a poco, no nos damos cuenta de cuánto estamos aguantando hasta que estamos totalmente «hervidos» o, como es más común en nuestro lenguaje emocional, «quemados».

¿Puedes detectar alguno de estos sucesos en tu vida? Quizá las personas a tu alrededor se están aprovechando de ti poco a poco, hasta que acabas por perder el control de tu vida. Quizá llevas demasiado tiempo sin decir «NO» a algunas proposiciones. Quizá estés hasta arriba de preocupaciones a costa de tu tiempo libre. O quizá el agua a tu alrededor todavía no esté hirviendo, pero entonces la pregunta sería:

¿Cuánto más calor podrás soportar?

Todo esto tiene que ver con la apatía, ese estado que es veneno para nuestros sueños. También tiene que ver con nuestra percepción del mundo que nos rodea y con la manía de aferrarnos a nuestra zona de confort aunque ésta nos provoque dolor y malestar.

Pero no todo van a ser malas noticias, no te asustes, porque tengo una buena noticia para ti.


Nosotros no somos ranas, nosotros podemos saltar aunque el agua metafórica a nuestro alrededor esté hirviendo. Vence la apatía.

1. Detecta cuál es tu agua.

Qué situación es la que te supera, la que te «quema». Es fundamental que detectes cuáles son tus aguas conflictivas y cómo te afectan. Al igual que para detectar las personas tóxicas, necesitas primero identificar tu conflicto, identifica tu olla. ¿Qué te quema? ¿Qué te saca de tus casillas? ¿Qué te está anulando como persona y como profesional?

2. ¿Podrías saltar?

Si es así, ¿Cómo sería ese salto? ¿Qué necesitarías para saltar? Este paso es importante porque no todas las personas quieren cambiar, no todas quieren asumir el riesgo de vivir plenamente. Porque querer vivir plenamente requiere esfuerzo, requiere constancia y requiere confianza en uno mismo. La pregunta es, ¿puedes seguir aguantando que el agua se caliente más o ya estás al límite? Si es así, salta.

3. Hazlo. Salta.

La apatía se confronta actuando. No mueras en vida, no seas un zombie. Salta de la olla y comienza a tomar las riendas de tu vida. No te conviertas en un espectador, sé el protagonista. ¿Qué vas a hacer para cambiar tu situación? Define con pelos y señales tu plan de acción que te llevará al éxito.

Aunque de todas maneras, lo inteligente emocionalmente sería saltar antes de que el agua de nuestro alrededor esté hirviendo. Si sigues esos pasos, voilà, volverás a ser el dueño de tu vida.

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